Vamos a cerrar los ojitos, sentados en la silla y escuchamos la música. El aire entra por la nariz y lo echamos por la boca. Así de tranquilos vamos a disfrutar de la canción, al mismo tiempo que recordamos todos los días que cuando subíamos del patio, bebíamos agua y nos relajábamos.
Nos encantaba. La seño nos iba acariciando la cabeza y nos sentíamos muy bien.
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